La aceptación de uno mismo es de lo más complejo por lo que puede pasar el ser humano. Año tras año, vamos cambiado. Los cambios físicos son los más complejos de asimilar, pueden llegar hacer que todo cambie a un grado increíble. Si el baile nos gusta… ¿por qué dejarlo? podemos buscar clases que sean compatibles con nuestro cuerpo, que fluyan dentro de nosotros, y que nos acompañen las siguiente etapa del camino. Prácticamente muchas de las danzas tienen dos vertientes (como hobby y como profesión) y dentro de esta varios niveles. Todo es buscar cuál es nuestro lugar, siempre desde la aceptación.

En mi caso desde que llevo dando clases he tenido alumnas muy diferentes entre ellas, en edades, gustos y estilos de vida. Algunas empezaron por acompañar a su hija, otras por salud, otras por moverse… pero todas buscaban algo y todas entendieron que se puede, siempre que un acepte su limitación (y la profesora también lo vea). Hay danzas (como la danza del vientre) y clases de movimiento corporal que nos generan sensación y experiencias en el cuerpo divinas y que cubren esa “necesidad corporal” que algunos tenemos.

Que voy a decirte yo! pues que la danza oriental es una de ellas. Una danza histórica, nacida del cuerpo y para la salud del mismo, con múltiples beneficios y que nos cuida nos mima como mujeres y cuerpos maravillosos que tenemos. En mis clases acepto a toda mujer que quiera aprender, trabajamos a nivel emocional y a nivel corporal.  Trabajamos desde el  poco a poco: el cuerpo y los músculos entienden mejor este trabajo sin agresión, se les queda grabado a modo de tatuaje  y es ahí cuando de verdad de efectúa un cambio en el cuerpo. Y trabajamos desde el poco a poco porque tiempo tenemos.

Aquí os dejo un vídeo que va más allá, nos deja otro sabor y otra visión, disfruten!

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